Una serie de pifias políticas han cometido los diputados de la LXIV Legislatura del Estado, quienes básicamente han dejado claro, que al igual que sus antecesores los de la LXIII Legislatura, solamente obedecen a las instrucciones giradas desde Palacio de Gobierno.
Muestras de esta inexperiencia absoluta fueron desde sus primeros días de "representantes", cuando los ya ex funcionarios del Gabinete del malogrado Javier Duarte de Ochoa, se llegaron a burlar de ellos y de sus "preguntas" durante las comparecencias relativas al VI Informe de Gobierno, y en donde de no ser dos o tres diputados, los demás jamás tuvieron idea de qué hacer o para qué servían dichas comparecencias, al grado de que varios legisladores se ufanaron de decir que "habían asistido a todas", aunque jamás participaron en lo más mínimo, pensando que "la asistencia" era la forma de cumplir su responsabilidad. O sea, como si de oír misa se tratara.
Las pifias y fallos han ido acumulándose. Uno de los últimos, las baterías dirigidas hacia el ex tesorero de la Legislatura, Serafín Hernández Sagaón, a quien lo señalaron con índice de fuego como responsables presunto de un subejercicio por varios millones de pesos.
La respuesta de Serafín fue la sonrisa, pues los diputados no tienen la menor idea de cómo o qué se maneja dentro del complicadísimo intestino administrativo legislativo.
Pero lo que sí ha trascendido, es que ese "señalamiento" contra Serafín, en realidad solo busca crear una cortina de humo ante el número muy importante de despidos que quieren aplicar a la plantilla de empleados del Palacio Legislativo, algunos de base, porque en la fila, en la puerta vaya, hay varios "amigos", "compañeros", "amigas" y demás, a quienes ya les urge entrar a trabajar, independientemente de que "alguien" o "alguienes" hicieron compromiso de "meterlos" a las nóminas legislativas.
Por su parte Serafín, ni la vida le corre. Solo sonríe.
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